
Llegando el 10 de noviembre los Argentinos inevitablemente recordamos a José Hernández y su obra «Martín Fierro» y una larga lista de sonidos, imágenes, aromas y sensaciones saturan la memoria y los sentidos… Lazos, Tientos, Fajas y Ponchos… el sonido acompasado del Galope de caballos o el cloqueo al golpear las Herraduras cuando pasa la Tropa de Emprendados con monturas relucientes y sus Jinetes luciendo prendas delicadamente confeccionadas… las Mozas con sus amplios vestidos y sus prolijas trenzas, listas para la Danza… ya sea la seducción de la Zamba o la alegría de la Chacarera… el vapor del agua tibia cayendo de la pava en el Mate que suelta el aroma peculiar de la Yerba… el crepitar del fuego de los leños que se convertirán en brasas y en la parrilla o en el asador liberan el delicioso aroma que augura un buen Asado… las Guitarras, Bombos, Acordeones, Erkes y Quenas que nos llevan con sus sonidos por el sinfín de paisajes de la Patria… la Mazamorra ancestral, la Humita y el Locro… el blando Dulce de Leche que se hace Patria en Alfajores lugareños en cada rincón de nuestra geografía…
Todo esto y mucho más que subyace en nuestras Tradiciones y tiene que ver con las conductas y los valores… con aquello que hizo que a un Favor se lo llamara Gauchada y un apretón de manos sellaba un trato… con eso que se muestra tan bien en la sencillez del Pericón, danza en la que podemos estar todos, y que en una gran rueda de abrazos extiende el Celeste y Blanco símbolo de Argentinidad… ; con ese Trabajo digno plagado de amaneceres del Tambo, el Arreo, la Siembra o la Cosecha… con los atardeceres compartidos en una ronda de Mates o las noches de anécdotas junto al fogón esperando el Locro, el Asado o las Empanadas…
Y resulta que para este día nos «Disfrazamos» de «Gauchos, Paisanos, Coyas o Mozas» para congraciarnos con nuestras tradiciones o aplaudimos a los que lo hacen para las danzas tradicionales… pero, cuando vemos que esa vestimenta es usada cotidianamente nos parece inadecuado… mientras que somos capaces de usar remeras con nombres en otro idioma, referencias de grupos musicales extranjeros y cualquier cosa que venga de fuera parece mejor… hasta el dinero… a propósito de esto, una cosa que recuerdo de mi infancia y era una como una Tradición, eran los ahorros en la Caja Nacional de Ahorro Postal. Aquella libreta amarillenta de vieja, en la que poníamos de a centavos con la Esperanza de ahorrar para cumplir nuestros sueños.
Y ahora se ha diluido con parte de nuestras tradiciones… aquellas que han moldeado nuestra identidad y que aún emocionan…
Muchas veces nos apropiamos de tradiciones ajenas… como un gordo Santa Claus con ropa de abrigo en pleno verano, o la cara sonriente de la calabaza de Halloween… si trae felicidad será siempre bienvenido, pero no debemos olvidar la nuestra y tampoco permitir que aquello que representan: la fraternidad, la solidaridad y el respeto sean cosas solo de un día, para la vidriera o el discurso… ni dar mayor valor a las diferencias, en lugar de buscar la fortaleza en las coincidencias del conjunto… y las posesiones materiales no deben importar más que la honestidad…
Y como nos educan más para la Competencia que para la Vida… si no ganamos o estamos en primer lugar parece no servir.
Así nos deshacemos en infructuosos esfuerzos para reconstruir este Cambalache que tenemos como Patria… y no nos damos cuenta que en nuestro pasado está la respuesta… que debemos ser como la MAZAMORRA que «llega para unir la familia» y que esa unión sea la Esperanza… la Esperanza en que éste… Nuestro Lugar… nuestra Gente recupere la Fe… y… «si logramos que brote el maíz… habrá un nuevo País»…
Un país donde como Hernández (el Padre de la Tradición) no nos dejemos cegar por la ambición y vuelva para la Patria la Tradición que nos une y nos hace grandes, donde somos hermanos bajo un mismo cielo y sobre la misma tierra…
Y te regalo una poesía y una canción… la poesía, un Digo del Poeta Antonio Esteban Agüero… y la canción es la manifiesta es la Esperanza pura de que en éste y no en otro, será el Lugar en el que, si logramos que brote el maíz, habrá un nuevo País!
Digo la Mazamorra
La Mazamorra, sabes?, es el pan de los pobres,
la leche de las madres con los senos vacíos,
– yo le beso las manos al Inca Viracocha
porque inventó el Maíz y enseñó su cultivo -.
Sobre una artesa viene para unir la familia,
saludada por viejos, festejada por niños,
allá donde las cabras remontan el silencio
y el hambre es una nube con las alas de trigo.
Todo es hermoso en ella: la mazorca madura,
que desgranan en noches de viento campesino,
el mortero y la moza con trenzas sobre el hombro
que entre los granos mezcla rubores y suspiros.
Si la prefieres perfecta busca un cuenco de barro,
y espésala con leves ademanes prolijos
del mecedor cortado de ramas de la higuera
que en el patio da sombra, benteveos, e higos.
Y agrégale una pizca de Ceniza de jume,
la planta que resume los desiertos salinos,
y deja que la llama le transmita su fuerza
hasta que asuma un tinte levemente ambarino.
Cuando la comes sientes que el Pueblo te acompaña
a lo largo de valles, por recodos de ríos,
entre las grandes rocas, debajo de cardones
que arañan con espinas el cristal del estío.
El Pueblo te acompaña cada vez que la comes,
llega a tu lado, sabes?, se te pone al oído
y te murmura voces que suben a tu sangre
para romper la niebla del mortal egoísmo.
Porque eres uno y todos, comiendo el alimento
de todos, en la fiesta del almuerzo tranquilo;
la Mazamorra dulce que es el pan de los pobres,
y leche de las madres con los senos vacíos.
Cuando la comes sientes que la tierra es tu madre,
más que la anciana triste que espera en el camino
tu regreso del campo, la madre de tu madre,
– su cara es una piedra trabajada por siglos -.
Las ciudades ignoran su gusto americano,
y muchos ya no saben su sabor argentino,
pero ella será siempre lo que fue por el Inca:
nodriza de los pueblos en el páramo andino.
La noche en que fusilen canciones y poetas
por haber traicionado, por haber corrompido
la música y el polen, los pájaros y el fuego,
quizás a mi me salven estos versos que digo…