El 2 de septiembre de 1587 partía la primer exportación de productos manufacturados, de que se tiene registro, desde el fondeadero del Riachuelo… una Carabela de nombre San Antonio llevaba hacia Brasil un cargamento de tejidos de algodón y bolsas de harina producidos en Santiago del Estero y Tucumán. Escondidos en las bolsas, se encontraban lingotes de plata que correspondían a un contrabando que se pergeniaba desde Potosí…
Así mezclado con un caso de corrupción se iniciaba la comercialización de productos con valor agregado…
La cita obligada para esta fecha es la de Carlos Pellegrini, que en el final del siglo XIX sostenía la necesidad de cambiar el paradigma de país pastoril y producir algo más que pasto…
Pero debemos retroceder en el tiempo… pues en los albores de la Patria, quién sinó el mismísimo Belgrano recomendaba: «Los países civilizados no exportan materia prima sin antes transformala localmente, de lo contrario estarían creando ocupación en el país comprador y desocupación en el país proveedor. No exportemos cuero, exportemos zapatos».
Cuanto le cuesta a nuestro país entender que el mote de «Granero del Mundo» no será nuestra fortaleza, más bien terminará siendo nuestra debilidad pues nos convierte en «la Granja de los poderosos», como decía Pellegrini en la legislatura y por lo que debatió largamente Lisandro de la Torre en contra de aquel pacto Roca Runciman y los Frigoríficos Ingleses…
Proveamos al mundo de nuestros granos y de nuestras carnes… de nuestras maderas y nuestros minerales… pero recordemos a Belgrano y apoyemos la Industria como él decía y transformemos la materia prima… hagamos excelentes zapatos, robustos muebles, delicados cristales, deliciosos vinos, sabrosos fideos, extraordinarios quesos, fiambres, galletas, cerámicas, repuestos automotrices, cosechadoras, radares, trenes, aviones, satélites… y por qué no… un cohete que llegue a la luna…
Feliz día de la Industria para todos los que agregan valor a la materia prima, inclusive a los simples artesanos… porque así, empezó todo…