Para la humanidad toda, hay fechas muy significativas y esperadas… El Año Nuevo, Navidad, Pascuas… pero la más divertida… sin duda es El Carnaval…
Allá por el año 525, el papa Juan I encargó al matemático y monje Dionisio «El Exiguo» que calculase el año de nacimiento de Jesús (Anno Domini) y decidiese, a partir del mismo, un método para que en todo el mundo cristiano se pudiese conocer la fecha de la Pascua, (la que trataba de distanciar de la Pascua Judía.)
El erudito, siguiendo la tradición de Alejandría, decidió que el Domingo de Resurrección debía celebrarse el primer domingo tras la primera luna llena a partir del equinoccio de primavera, que tiene lugar el 20 o 21 de marzo. Por eso, la Pascua solo puede caer entre el 22 de marzo y el 25 de abril. Y previa a ella está la Cuaresma…
Inspirada en diversos mitos, leyendas y tradiciones paganas y gentiles consistentes en ayunos purificadores, la cuaresma simboliza los cuarenta días de tránsito de Jesús por el desierto, los cuarenta días de diluvio universal, los cuarenta años de marcha del pueblo judío hasta la tierra prometida o los 400 años de estancia de estos en Egipto.
Durante la historia del cristianismo, este ayuno simbólico ha ido variando de fechas, duración y exigencias. A día de hoy, la cuaresma comienza el Miércoles de Ceniza y concluye el Sábado Santo. En total, 47 días (cuarenta sin contar con los domingos, puesto que, durante el «Día del Señor» no se ayunaba).
Es así que se determina el día anterior a ese miércoles como el «Martes de Carnaval»…
Carnem-levare, que significa ‘abandonar la carne’ (lo cual justamente era la prescripción obligatoria para todo el pueblo durante todos los viernes de la Cuaresma), es la primer acepción, pero luego surgió otra etimología, la palabra latina carne-vale, que significa ‘adiós a la carne’… Sin embargo, un tal Jacob Burckhardt propuso la idea de que el vocablo «carnaval» deriva de la expresión carrus navalis, usada para designar una procesión de máscaras que culminaba con la botadura de una nave de madera decorada con ofrendas florales en honor a la diosa Isis… Y allí ya tenemos los disfrazados, las máscaras y las carrozas…
Más allá de todo lo que busquemos en la historia de la humanidad, el Carnaval representa para casi todos nosotros: colores, música, diversión y alegría! También una cuota de intriga por saber quién está detrás de la máscara…
En distintos lugares del planeta se realizan los más grandes y coloridos Carnavales que podemos ver por televisión… algunos con un poco más de fortuna, por cercanía o por ingresos, han asistido a la vital sensualidad de Río de Janeiro, la elegancia de Venecia, la tradición de Oruro, la antigüedad de Barranquilla y de Veracruz, la Batalla de las Flores de Niza o el colorido de Dominicana o de Santa Cruz de Tenerife… Y también a nuestros extraordinarios Carnavales Correntinos y los también famosos Entrerrianos de Gualeguaychú… todos son de excelencia… en música, danza, vestuario, carrozas… cada uno con su particularidad nos han brindado de tres hasta quince días de frenético júbilo…
El Carnaval no ha sido ajeno al mal de la pandemia… pero ahora regresa con la fuerza de antes…
Las carrozas que estaban guardadas en los galpones y los trajes doblados con cuidado salen de los baúles o los placares… y se encienden las guirnaldas de las calles.
La algarabía de las comparsas y las murgas vuelven a ensordecer los lugares de ensayo y los disfrazados independientes se preparan para ser «otro» detrás del antifaz… o quizás para ser ellos mismos… quién sabe…
Claro, lo que no sabemos es que el corazón del Carnaval ha continuado latiendo… porque las Sociedades de Carnavales, Murgas, Comparsas, Músicos, Cantantes… no gan dejado de pensar, diagramar y actuar… muchas veces es secreto, para que no les roben la idea, pero cuando ya tiene forma, se comienza a compartir… y se comparten cosas que tienen que ver con la economía… donde comprar, cómo se hace para que sea más barato … y se trabaja en costura, en carpintería, en mecánica, en electricidad…
Se elijen los temas rectores: «el Sol», «la Luna», «las Estrellas», nuestro «Planeta Azul», la «Naturaleza» verde de «Esperanza», el «Ciclo de la vida» con el color de cada animal… y a la creación divina se le agrega la «Creación del hombre» con sus máquinas que producen, o las que surcan los cielos como aves o las que en diminutos circuitos nos comunican a la velocidad de la luz… Infinitas fuentes de inspiración movilizan a los bailarines, que ensayan sus pasos al son que los músicos proponen con su música… y todo se va conectando…
Una ferviente algarabía vuelve a crecer con energía, y durante todo el año se va nutriendo para estallar al llegar el nuevo Carnaval donde todos desfilan orgullosos y felices…
Los Carnavales tienen muchas cosas ejemplificadoras que son dignas de imitar. El trabajo cooperativo de todos los que participan, la creatividad, el tezón, la perseverancia, la disciplina y por supuesto… la Reina del Carnaval: «la Alegría»…
Como la Navidad, el Año Nuevo, la Pascua, el Carnaval se celebra en todo el mundo… y todos esperamos su llegada… Por paseo, por negocio, por el feriado, pero principalmente por el goce de la Alegría…
La Tierra necesita el Carnaval… lo necesita para que invite a todos a la Colaboración; para que derrame Alegría y que ella sea una pandemia buena que contagie a todos de energía para el Trabajo y el Respeto; para que despierte la Creatividad y se luzca en Empatía; para que el Agua (siempre presente) apague los incendios de la mezquindad y la irresponsabilidad; para que reemplace con sus extraordinarios Desfiles de gigantescas y coloridas Carrozas que prodigan Vida con las paradas militares que solo anticipan Muerte…
Necesita… necesitamos el Carnaval… el de Celia Cruz, que dura toda la vida… donde las luces no se apaguen y la «Zorra del Portal» pueda verse con la del «Rosal» y las «gentes de cien mil raleas» compartan el gaván, el pan y un futuro favorable a todos…
Necesitamos y queremos un Carnaval que cambie en los dirigentes políticos el pensamiento que los lleva a imponer sus ideas a través de la violencia de las armas…
Quizás todo se pueda resolver con el Carnaval… como ese Carnaval que jugábamos en el pueblo o en el barrio, cuando cargábamos los baldes con los globitos llenos de agua, los más chiquitos tenían pomos… siempre había algún vecino que tenia una canilla cerca para reaprovisionarse de agua… y se formaban los equipos, a veces pisando los dos más grandes, otras varones contra mujeres… daba igual… total terminábamos cada uno «para su puchero»… A veces la ligaba alguno que pasaba, otras algún mayor de la casa, que salía a propósito y nos corría con soda helada… y cuando pasábamos a tirarnos con barro por el agua tirada en la calle polvorienta salía alguna Mamá para poner fin a la batalla… si había suerte y hacía calor hasta pasaba el regador y nos dejábamos empapar bajo la mirada severa pero cómplice del que manejaba el tractor.. y luego cuando no nos quedaban globitos, ni agua y la vecina había cerrado el garaje de la canilla, nos decían: «taza taza, cada cual a su casa» y así nos volvíamos, sin municiones, pero «vivos y contentos»…, hasta nos abrazabamos con los adversarios y nos prometíamos hacer otro Carnaval apenas vuelva a hacer calor…
¿No es mucho mejor un Carnaval que una Guerra…?
Me cuesta mucho pensar en el Carnaval cuando escucho las noticias…
Por eso necesito el Carnaval… un Carnaval donde se festeje con agua y nieve loca, donde los heridos de mayor gravedad sean a los que se le metió nieve loca en el ojo… que esté lleno de hermosas bailarinas en las gigantes Carrozas más los colores de las comparsas y las murgas… y quiero sentir la Balalaika y poder bailar el Kasachok disfrazado de Cosaco y que nadie se sienta ofendido…
Quiero retroceder a la niñez, cuando nos disfrazabamos de cowboy, gladiador romano, indio apache o soldado … o simplemente un «mascarita», que oculto en una rudimentaria máscara de tela, trataba de tomar coraje para decirle algún piropo a la chica que me gustaba… o disfrazados de «persona», con mis mejores galas veraniegas…
Y quiero un Carnaval que cuide la vida… que festeje la vida… porque:
«la vida es un Carnaval y las penas se van cantando»
Asi que dejemos que se vayan las penas… cantemos, bailemos y festejemos el Carnaval de ayer, el de hoy y preparémonos para disfrutarlo en buena compañía… que las penas se van cantando!
Que este Carnaval los empape de Alegría y Felicidad!!