Daños colaterales

Entre las efemérides de este día, hay dos que debemos recordar, y no propiamente con alegría, sino con una profunda reflexión… Un día como hoy de 1945, un avión bombardero Estadounidense, denominado Enola Gay dejó caer en Hiroshima la bomba atómica «Little Boy» (basada en Uranio) dejando como saldo más de 80.000 víctimas instantáneas y sumada a la otra bomba, Fat man en Nagasaki (basada en Plutonio) y los efectos posteriores, para fines de ese año superaban las 246.000 victimas…
Imaginemos… dos veces una ciudad como Venado Tuerto, Junín o Rafaela, desaparecida en menos de medio año.
El otro es el acontecimiento ocurrido en Rosario en 2013 en el edificio de la calle Salta… en el que una pérdida de gas provocó una terrible explosión que dejó 22 víctimas, 88 heridos y más de 100 viviendas destruidas…
Los dos acontecimientos se parecen por la fecha y por la devastación provocada, pero principalmente porque no deberían haber ocurrido… porque son el resultado de la inclemencia y la negligencia… como lo ocurrido hace apenas dos días en Beirut capital del Líbano… y tenemos la dolorosa posibilidad de observar al instante la devastación de lo ocurrido, que es apenas un 10% de la bomba de Hiroshima… aunque es la mayor explosión «no atómica» registrada…
El 6 de Agosto que se extendía hasta el 9 por la bomba de Nagasaki, comenzará ahora el 4 en virtud de que sus causas y consecuencias no deben ser olvidadas… y aunque nada que hagamos ahora puede cambiar lo que ocurrió, si puede cambiar el futuro…
Pero hoy también es el Día de la Transfiguración del Señor… para algunas congregaciones el «Dia del Divino Maestro»… el dia en que Jesús junto con Pedro, Santiago y Juan, suben al monte Tabor a orar…
Que apropiado resulta, porque todos los afectados del pasado y del presente necesitan de apoyo… y bien puede ser una Oración en cualquier idioma y de cualquier credo…
No soy un fiel practicante, pero si aprendí a tener «Fe», y creo que la oración de aquel momento debe haber pedido que el «Odio» no anide en el corazón de los hombres… ese «Odio» que hace que se empuñen armas, que se degrade al hermano, que se aproveche del desvalido, que se aprieten los botones de la destrucción… que se dejen cosas sin hacer o que se hagan irresponsablemente…
Y yo me sumo al Ruego de mi amigo el Dr. Juan Antonio Piñeyro… un Ruego que atraviesa la historia y nos dice: «Alto el fuego… ALTO EL FUEGO…!

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