Cada 17 de Agosto recordamos al «Padre de la Patria»… y recurrentemente volvemos a la «Epopeya» y a sus descomunales acciones… desde Balien como Ayudante de Campo del General Antonio Malet, Marqués de Coupigny… hasta San Lorenzo, El Plumerillo, Los Andes, Chacabuco, Maipú y El Callao como Libertador de Argentina, Chile y Perú…
Pero no todo fue heroísmo y valentía… no todo fue sable y estrategia militar…
Como el Mar se nutre de cada río y cada gota cuenta… la Epopeya Sanmartineana se basa también en cosas simples pero muy significativas, pero que no siempre son visibles…
Puedo contar, por ejemplo, que en marzo de 1817 Bernardo O’Higgins le comunicó que el Ayuntamiento de Chile le obsequiaba 10 mil pesos oro como reconocimiento y gratitud por la liberación de su país. O’Higgins le encarecía no rechazar y no desairar el obsequio. San Martín finalmente lo aceptó. Pero de inmediato lo donó, enteramente, para creación de la Biblioteca Nacional de Chile…
O que como Intendente Gobernador de Cuyo, aunque su principal interés estaba en la conformación del Ejército Libertador, no dejó de llevar adelante sus tareas con un Gobierno coherente, justo y honesto…
Entre otras medidas:
Expropió las propiedades de los españoles prófugos y declaró de propiedad pública aquellas de los muertos sin testar.
Gravó con un peso cada barril de vino y con dos, los de agua ardiente que se vendieran fuera del territorio.
Estableció un laboratorio de salitre y una fábrica de pólvora y un taller de confección de paños para vestir a sus soldados.
Creó canales, desagües, caminos y postas y mejoró los ya existentes.
Construyó el bello paseo de la Alameda y embelleció la ciudad de Mendoza.
Impulsó planes de fomento agrícola, que incluyeron la venta de tierras públicas que hasta entonces no eran cultivadas, en la zona de Barriales en la provincia de Mendoza, y en Pocito, provincia de San Juan.
Además de propiciar el establecimiento de pueblos, los canales de riego que se construían siguieron la notable tradición de los habitantes originarios de la región, los Huarpes.
Destinó tierras al cultivo de alfalfa y de trigo. En los años siguientes, propició el cultivo del tabaco en San Juan y la plantación de moreras en Mendoza, con vistas a iniciar la cría de gusanos de seda, fueron parte de una búsqueda de alternativas a las dificultades que afectaban a la producción vitivinícola.
Fundó de la mano de fray Luis Beltrán la metalurgia a nivel nacional, indispensable para fabricar las armas del ejército. La fragua y los talleres montados en Mendoza fueron, en su tiempo, el mayor establecimiento industrial con que contó el actual territorio argentino: unos 700 operarios trabajaban en ellos.
Organizó y reglamentó el servicio de correos y de policía; empleó a los desocupados en el blanqueo de las casas y en el cuidado de la ciudad.
Dictó la primera ley protectora a nivel nacional de los derechos del peón rural, obligando a los patrones a certificar por escrito el pago en tiempo y forma de su salario.
Fomentó la salud y la educación para todos.
Reglamentó el sistema carcelario.
Prohibió los castigos corporales que se aplicaban a los niños en las escuelas.
Promovió la primera ley de protección a un producto nacional, el vino cuyano.
En Perú donde por las circunstancias de la lucha se autoproclamó Protector, lejos de convertirse en un Dictador tuvo una fructífera acción de gobierno.
Entre sus decretos se destacan: la libertad de comercio, la abolición de las encomiendas, la supresión de la inquisición, la prohibición de tormentos, la garantía de la seguridad individual y el Estatuto Provisional, que reglaba las funciones del nuevo Estado. Instituyó, además, la Orden del Sol y creó la biblioteca pública del Perú, a la cual donó su propia librería, que había traído desde Chile.
Ya casi consolidada la libertad de Perú, escribió a su amigo O’Higgins: «Al fin, con paciencia y movimientos hemos reducido a los enemigos a que abandonen la capital de los Pizarro; al fin nuestros desvelos han sido recompensados con los santos fines de ver asegurada la independencia de la América del Sur. El Perú es libre. En conclusión, ya yo preveo el término de mi vida pública y voy a tratar de entregar esta carga pesada a manos seguras y retirarme a un rincón a vivir como hombre».
Y el 20 de septiembre de 1822, San Martín dejó de ser hombre público, estampó con la tranquilidad del justo y con visión de estadista una de sus mejores sentencias: «En cuanto a mi conducta pública, mis compatriotas, como en lo general de las cosas, dividirán su opinión, los hijos de estos darán el verdadero fallo.»
Cuando el envió «el Llamado»… sus huestes se encolumnaron tras su descomunal figura y lo siguieron sin retroceder por la Libertad de la Patria…
Y un 17 de Agosto, lejos del suelo por el que tanto luchó, su cuerpo físico dió su último aliento, pero su alma inmortal todavía sigue pidiendo a las Huestes Argentinas para que actúen «siempre con responsabilidad y honestidad»… y ese legado simple será nuestro patriotismo para hacer grande a la Patria…
Ya quisiéramos que en estos tiempos de incertidumbre se cumplieran los designios que trazara con su pluma Segundo Argañaraz en el Himno al General San Martín…
Excelente tu publicación Carlitos! 👏👏👏