A la luz de la verdad, la Educación nos permite acceder a conocimientos con los que podemos forjar nuestro destino…y el destino de otros… sin embargo, por diversas circunstancias, no siempre se puede acceder a la adecuada… A veces las razones son geográficas, otras veces son sociales… pero, definitivamente, las razones son políticas…
Además, las dificultades en el acceso a la Educación, no son sólo por el Contexto, también existe la Condición… la que deja a alumnos fuera por no reunir «Las condiciones para acceder a la igualdad de oportunidades de la Educación».
El sistema se preparó… y aparecieron las Escuelas Especiales o Escuelas para Capacidades Diferentes… pero aún esto no alcanza…
Una nueva figura aparece para cubrir esta vieja necesidad social que trasciende a la Educación Formal… y desde un lugar propio a la Salud comienza a cumplir con los viejos Mandatos de Igualdad, Fraternidad, Solidaridad… una Profesión muy joven… «La o El Acompañante Terapéutico»…
El 3 de mayo de 2003, 14 personas, representantes de diversas instituciones y grupos de Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Bahía Blanca y otros lugares del país, quienes venían trabajando como formadores de Acompañantes Terapéuticos, se reunieron en Buenos Aires para fundar la primera asociación de acompañantes terapéuticos, AATRA. Fue un acto y una apuesta a trabajar en pos del reconocimiento y la jerarquización de la labor de los ATS, en todo el país y la región.
Quienes cumplen funciones de Acompañamiento Terapéutico facilitan una mayor autonomía de las personas, ayudan a sostener o restablecer los vínculos de su entorno, familiar, social, laboral, mediando, previniendo o acompañando las situaciones de roce que se presentan en la vida cotidiana, favoreciendo así una red de contención familiar que ayuda a la recuperación y evita la cronificacion y posterior estigmatización social. Es llamada la «Profesión del Amor»… Los que están en esta «Misión» además de tener una gran preparación deben tener también una gran «Empatía»…
En lo personal yo voy a saludar a mi Amigo Daniel Polioto y también a las personas que cuidaron a Elda Poussif (mi suegra) en el difícil padecimiento de sus últimos días Lourdes, Lucila, Cecilia y todo el personal de la Residencia de Adultos Mayores de María Teresa y a través de ellas a todos los Acompañantes Terapéuticos por su «Noble Profesión»!