Honor y gloria

La bruma del tiempo no le quita gloria… ni siquiera lo breve del combate puede opacar el valor y la hidalguía…
A la carga! Habrá gritado el Coronel San Martín… Y el sonido del clarín se habrá disimulado con el estruendo del galope de los corceles en la histórica carga de caballería de los recién formados Granaderos, aquel 3 de febrero de 1813…
El Convento San Carlos ocultó 125 nerviosos Patriotas y en esa madrugada se enfrentaron a 250 Realistas que llegaban con fusiles y cañones… mientras que nuestros Granaderos fueron a lanza y sable…
El gran estratega de la Patria no dudó un segundo y montó su caballo bayo (de cola cortada al garrón), y se puso al frente de la compañía que iniciaba el ataque de derecha a izquierda, mientras que el Capitán Bermúdez hacía un pequeño rodeo y tomaba la izquierda de los Godos cortándole la retirada…
La estrategia en «Pinzas» dio resultado y los españoles se dieron a la fuga y muchos de ellos se desbarrancaron empujados por los valerosos jinetes…
La historia ha documentado los hechos y nombres de los héroes del día… los Juan Bautista Cabral y Baigorria salvaron a su Coronel, de la muerte que le esperaba al quedar atrapado por su caballo muerto… Los Capitanes Díaz Vélez y Bermúdez cargaron con tanto ímpetu que, el primero cayó por la barranca y el segundo recibió una esquirla de metralla en su rodilla, que lo dejó fuera de combate… A pesar de tener sus jefes caídos no hubo mella en la tropa, los Granaderos mantuvieron su disciplina y el Teniente Hipólito Bouchard capturaba la Bandera del enemigo…
Quince minutos desde el primer grito de A LA CARGA! El combate había terminado… eran las 6 de la mañana… apenas asomaba el sol…
Los españoles tuvieron 40 muertos, 13 heridos y 14 prisioneros, mientras que los patriotas 15 muertos, 27 heridos y un prisionero. San Martín tenía una herida en la mejilla y una dislocación del brazo. Los heridos fueron llevados al refectorio del convento, donde recibieron las primeras curaciones. En ese lugar, moriría Cabral…
Atribuyen al propio San Martín, en una carta enviada a la Asamblea que, en sus últimos minutos, Cabral habría dicho «muero contento, mi general, hemos batido al enemigo»…
En el Regimiento de Granaderos, todas las tardes, en la lista mayor, el sargento primero encargado del primer Escuadrón, al pasar lista llama «Juan Bautista Cabral» y el sargento más antiguo contesta: «Murió en el campo del honor, pero existe en nuestros corazones. ¡Viva la Patria, Granaderos!»
Esta única acción de combate de San Martín  y sus Granaderos en nuestro suelo patrio cerró la puerta de ingreso por el Río de la Plata a los intereses de la corona española…
Esa certeza tenía el Coronel, cuando a la sombra del pino escribía:  «Seguramente el valor y la intrepidez de mis granaderos hubiera terminado en este día de un solo golpe las invasiones de los enemigos en las costas del Paraná, si la proximidad de las bajadas que ellos no desamparan, no hubiera protegido su fuga, pero me arrojo a pronosticar, sin temor, que este escarmiento será un principio para que los enemigos no vuelvan a inquietar a estos pacíficos moradores».
Hoy nuestro Paraná está jalonado con ciudades que llevan el nombre de aquellos valerosos hombres… como si estuviesen cuidando el viejo Convento… me pregunto si todavía no deberían hacerlo, resguardando a La Patria de aviesos intereses externos que hoy no vienen con fusiles y cañones sino con trajes de etiqueta y guantes blancos… 
Aunque falta en las costas el nombre de Juan Bautista Cabral, la Marcha le hace justicia y lo recuerda en el mundo entero…

Cantemos con fervor la Gran Marcha… La Marcha San Lorenzo! 

Febo asoma; ya sus rayos
iluminan el histórico convento;
tras los muros, sordos ruidos
oír se dejan de corceles y de acero
Son las huestes que prepara
San Martín para luchar en San Lorenzo;
el clarín estridente sonó
y a la voz del gran jefe
a la carga ordenó.
Avanza el enemigo
a paso redoblado,
al viento desplegado
su rojo pabellón (bis).
Y nuestros granaderos,
aliados de la gloria,
inscriben en la historia
su página mejor (bis)
Cabral, soldado heroico,
cubriéndose de gloria,
cual precio a la victoria,
su vida rinde,
haciéndose inmortal.
Y allí salvó su arrojo,
la libertad naciente
de medio continente.
¡Honor, honor al gran Cabral!
Letra: Carlos Javier Benielli; música: Cayetano. A. Silva.

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