Si escuchamos «hacha», seguramente responderemos «bosque» o «leñador»… si la palabra es «pincel» entonces la respuesta será «pintura» o «pintor»… a «libro» le corresponderá «escritor» y a «tiza» «maestro»; a «pelota» «deportista» y a «golazo» «fútbol»… pero si dicen «cigüeñal» o «árbol de levas» más de uno patinará en el concepto y se imaginará una laguna con cigüeñas y un bosquecillo donde se cosechan las «levas» en cada temporada…
Lo cierto, es que estos dos vocablos, aunque el primero provenga propiamente de la cigüeña y el segundo pudiera tener un parecido con un árbol por su tronco y las levas que están distribuidas en el, corresponden a dos piezas fundamentales de un motor… y para los conocedores del arte de los fierros, cualquiera de los dos recibiría como respuesta: «mecánico»…
Y el «Mecánico», es ese Señor de manos curtidas por el esfuerzo, que indaga en los misterios de los motores y en el funcionamiento de los vehículos que nos llevan de un lado a otro…
Muchas veces, sin horario, trabajan hasta tarde para resolver el problema y asegurarnos un buen viaje, luego regresan a su casa engrasados hasta los pelos, pero felices de haber cumplido un servicio…
Mi papá era bastante «fierrero», por lo que pude conocer por dentro esos talleres donde los «Mecánicos» se movían con precisión, identificando a simple vista la medida de los tornillos y su correspondiente llave… 7/16, 3/4, 5/8, 1/2… etcétera, y no dudaban en tirarse debajo del auto si la fosa estaba ocupada…
A veces parecía que los vehículos se los estaban tragando, pues de cabeza debajo del capó acomodaban piezas, ajustaban tornillos, regulaban carburadores… y luego, en medio de unas explosiones el motor arrancaba con un ronroneo sistemático y parejo…
El 24 de Febrero es el día del Mecánico automotor y quiero desearle muy feliz día a todos los que se esfuerzan para que tengamos nuestro vehículo apto para viajar; pero también quiero recordar a quienes en el pasado se ocuparon de muchos de los vehículos, propios o ajenos, que me llevaron por las rutas Argentinas…
Y no puedo dejar de pensar en los talleres de Teodelina (el pueblo de mi infancia): el taller de Carlitos Beruatto, sede de la Peña «La Palanca»; el de Oscar Permingeat, experto en rectificaciones; el prolijo taller de Don Romildo Crespi; el de «Masimino» Hernández y el de Salanueva, que tenía un Isard 700 que supo hacer andar con agua… (el caño pescador del tanque de combustible estaba cortado, y en una emergencia le agregó agua y continuó viaje) todos ellos los visité de la mano de mi papá… y vi una profunda dedicación al trabajo.
Ya más grande y con mis propios vehículos fui atendido por Miguel Gardeñes en María Teresa y por Pedro Di Rosa y Jorge Fernández en San Gregorio…
Ahora en Venado Tuerto, las cuitas de mi auto y los de la familia, las resuelven Matías López y El «Flaco» Eduardo Betes… Ah… Me olvidaba, no soy de motos, pero acá en Venado, «El Piru Motos»… y en Firmat «El Pianca» Emanuel Piancatelli son excelentes mecánicos de motos!
A todos ellos, los del pasado y los del presente, los de autos y los de motos, los que se fueron y los que siguen ajustando tuercas… quiero desearles un muy feliz día! Y Muchas gracias por las atenciones que me han dispensado, y el crédito que me han otorgado!
Les deseo que las bujías tengan buena chispa, el distribuidor distribuya, las válvulas se abran y cierren en el momento conveniente, los carburadores carburen y los inyectores inyecten! Y los pistones compriman en el cilindro una atmósfera con la justa cantidad de combustible que explote sistemáticamente fruto de una buena chispa… y puedan alegrarse con el sonido, que por el escape, nos regala esa sensación de poder en cada acelerada…
Muy feliz Día!