El Gran Capitán está llamando…
El 20 de septiembre de 1822, San Martín dejó de ser hombre público, estampó con la tranquilidad del justo y con visión de estadista una de sus mejores sentencias: «En cuanto a mi conducta pública, mis compatriotas, como en lo general de las cosas, dividirán su opinión, los hijos de estos darán el verdadero fallo».
Atrás quedaban la rigurosa disciplina, la vocación revolucionaria, su ascenso a Primer Teniente, su escape de la turba en Cadiz, su paso por Londres antes de venir a América… San Lorenzo, su casamiento con Remedios Escalada… sus funciones como gobernador de Cuyo y la formación del «Ejército de los Andes»… que alcanzara la Gloria en «Chacabuco y Maipú» sellando la suerte de la libertad de América…
Su esposa y amiga ya no estaba… su niña apenas tenia 6 años… Rivadavia lo tildaba de cobarde y dispersaba sus granaderos… el misterio de la entrevista de Guayaquil con Bolívar quedaba guardada celosamente en su condición de Caballero…
Su genialidad militar no recibe mella, cuente quien la cuente…pero sus contemporáneos trataron de degradar su integridad como Hombre y como Patriota… pero lo retorcido e incierto cae con el peso de los hechos…
Su exilio austero en Francia junto con su hija y su familia lo define como un hombre simple pero ejemplar… y la pluma siempre filosa y polémica del Sanjuanino Sarmiento lo rescata del olvido del pueblo chileno en un artículo en el periódico Mercurio de Valparaíso y vino a servir para dar un golpe magistral al corazón de la sociedad chilena, para correr el velo y darle paso a la justa apoteosis del Libertador, y con él al glorioso Ejército de Los Andes, protagonista de la célebre jornada de Chacabuco y de la libertad de la «ciudadela de América».
Si quisiéramos podríamos agigantar sus errores… aún así no ocultarían su grandeza y serían tan superfluos que no servirían a la Patria…
Y a su extraordinaria capacidad como estratega, como estadista y como hombre se suma su cualidad para motivar y dirigir las legiones que lo siguieron en una empresa de la que no hay igual en la tierra…
Cuando el envió «el Llamado»… sus huestes se encolumnaron tras su descomunal figura y lo siguieron sin retroceder por la Libertad de la Patria…
Y un 17 de Agosto, lejos de la Patria por la que tanto luchó, su cuerpo físico dió su último aliento, pero su alma inmortal todavía sigue pidiendo a las Huestes Argentinas para que actúen «siempre con responsabilidad y honestidad»… y ese legado simple será nuestro patriotismo para hacer grande a la Patria…