El día de hoy me presenta una paradoja, no se que festejar…!
Si el Día del Jubilado o el Día del Caballo… Los dos tienen la coincidencia de la nobleza en su historia de servicio…
También es el Día de los Novios… con lo lindo que es estar enamorado…
Pero sin duda hoy los invito a levantar la copa por todo junto, pues quien más quien menos en su vida ha laburado como un «Caballo» (no ha habido acaso un trabajo más honesto y al servicio de la Humanidad que el de estos nobles animales) y, en mi caso, he tratado de portarme como un Caballero (aunque algunas veces no se me haya notado)… además la vida me ha regalado la compañía de hermosas «Yeguas» (en el buen sentido de la palabra) que con su fuerza apuntalaron y apuntalan mi vida, lo que me ha permitido y me permite disfrutar de estar enamorado…y cada tanto rejuvenecer como un novio, con un simple paseo al atardecer… También he llegado a ser un «Jubilau» que goza de la abuelez…
Como dicen que una lectura de 15 minutos es tan buena para la salud como la actividad física, así que para completar aquí tienen unas las poesías y varias actividades…
Pero van las acciones primero…
1) Si está en tu posibilidad anda a caballo, sino simplemente obsérvalo trotar con su porte elegante y noble…
2) Abraza a tu enamorada/o, regálale una flor (una olla, un vino, un cuchillo, lo que sea…) y dile cuanto le quieres…
3) Y finalmente, como jubilado posiblemente tengas nietos… Sinó, vale para los sobrino nietos y sinó para los hijos: «no pierdas la oportunidad de abrazarlos y gozar su compañía y hacerles saber cada día que el amor es cierto…»
Aquí van las poesías… las puedes buscar en Internet, la segunda es la bellísima canción de Armando Manzanero y la última interpretada por Héctor Gagliardi… pero una lectura previa te hará disfrutar más del mensaje…
El Caballo Bayo
Las crines al aire,
detrás de la valla,
el caballo bayo
relincha y se enfada.
Quiere ir a los prados,
galopar sin trabas,
cruzar el arroyo,
beber en la charca.
Quiere ser tan libre
como son las águilas
que vuelan sin prisa
sobre las montañas.
Libre como el viento,
libre como el agua
y como las nubes
que pasan y pasan.
El caballo bayo
se saltó la valla
y pace los tréboles
de la madrugada.
Autor: Carlos Murciano
Somos Novios
Somos novios
Pues los dos sentimos mutuo amor profundo
Y con eso
Ya ganamos lo más grande de este mundo
Nos amamos
Nos besamos como novios
Nos deseamos
Y hasta a veces
Sin motivos, sin razón
Nos enojamos
Somos novios
Mantenemos un cariño limpio y puro
Como todos
Procuramos el momento más oscuro
Para hablarnos, para darnos
El más dulce de los besos
Recordar de qué color son los cerezos
Sin hacer más comentarios, somos novios
Somos novios
Mantenemos un cariño limpio y puro
Como todos
Procuramos el momento más oscuro
Para hablarnos, para darnos
El más dulce de los besos
Recordar de qué color son los cerezos
Sin hacer más comentarios, somos novios
Somos novios, solo novios
Siempre novios, somos novios
Autor: Armando Manzanero
El Jubilado
Le dijeron: «Se jubila»,
después lo felicitaron;
y más tarde organizaron
en la infaltable cantina,
el adiós de una comida
con pergamino floreado,
que a peso por invitado
firmaron con tinta china.
Fueron llegando empleados,
ordenanzas y peones
que colmaban de atenciones
al flamante jubilado…
Todos muy bien afeitados,
luciendo esos trajes nuevos
que se llevan al empleo
cuando ya están más usados…
Hizo su entrada triunfal,
como siempre, el de la foto;
saca a unos pone a otros,
autoritario y teatral,
para lograr al final
después de cinco fracasos
sacudir de un fogonazo
el techo del restaurant.
Después, a lucir las flores,
que estaban sobre las mesas
y al repetir mayonesa,
lo mismo que los ravioles,
se aflojaron cinturones
y entre solapas con talco
el pollo pasó de alto;
por postre: café y licores.
Le pidieron de que hablara
al que estaba designado,
discurso que fue cortado
por el ruido a cucharas,
que los mozos levantaban,
alegando indiferentes,
que venían de suplentes
y a las once terminaban.
El orador, como siempre,
derrochaba generoso
esos «seréis» y «vosotros»
que se escuchan tantas veces,
donde se ahogan las eses
por el peso del menú,
y terminan con «salú»…
«¡Qué la disfrute con suerte!»
Más tarde, al tomar de más,
sacando el jugo al cubierto,
el sucesor de su puesto
fue figura central…
Una miguita de pan
y después… un pan entero…
y al rato, sección «Interno»
se peleaba con «Central»…
Y entre vítores y aplausos
el jubilado aturdido,
salió con el pergamino
apretado bajo el brazo.
La calle tenía raso
y la luna era de harina
y la Recova escribía
las «emes» sobre el asfalto.
Sin saber lo que sentía
abandonado a si mismo,
rodaba por los abismos
que hacía tiempo presentía…
El Domingo… pasaría
ese día no contaba
pero el Lunes debutaba
como actor de la Rutina.
Sería ese jubilado
que hasta en su casa molesta,
tendría que hacer la siesta
aguantar a los de al lado,
ir a misa y al mercado
ayudar a su mujer,
pintar, podar y barrer…
y no fumar demasiado.
Conformarse con dolor
en ser otro «Don» del barrio,
y pasarse con el diario
leyendo en el corredor.
Y ser, para el vendedor
de colchas o de tomates,
el anónimo marchante
del nueve cincuenta y dos.
Pasó de activo a pasivo
en el mayor de la vida
al jubilarse se archivan
los desengaños sufridos….
Cruel desquite del Destino,
que al darle su independencia
se cobra en indiferencia
un descanso merecido.
Y apretado al pergamino
allá sigue el jubilado,
como un «ex» que ha diplomado
la ironía del Destino.
Un alerta de suspiros
trae el aire centinela
y parece una diamela
la luna mirando al río.
Autor: Héctor Gagliardi
Si sos jubilado tienes un festejo triple… sino seguro es doble… trata, en el día de hoy y los subsiguientes ser bastante «Caballo» y seguir «enamorado»…